Porque nunca te mentí. Nunca te dije que era otra persona, nunca evité tus preguntas, nunca dije nada que no quisiera. Siempre he sido honesto contigo en todo y nunca tuviste que preocuparte de que te engañara porque realmente confiabas en mí.
Porque nunca te engañé. Nunca te dije que estaba listo cuando no lo estaba. Nunca te prometí nada que no hiciera. Nunca hablé de un futuro que no vi, y nunca jugué con tu corazón o tu mente. Sabías que mis palabras serían seguidas por acciones, y sabías que siempre cumplí mi palabra.
Porque estuve ahí para ti. Para las llamadas nocturnas, para los grandes eventos laborales, para el drama familiar, para los días aburridos y las noches solitarias. Estuve allí para las conversaciones difíciles y para el silencio. Siempre estuve ahí cuando me necesitabas y ni siquiera tenías que preguntar.
Porque te hice reír. Cuando estabas cansado o de mal humor, te hacía reír. Te hice reír conmigo y de mí y me reí contigo. Incluso si estuviera triste, todavía querría hacerte reír.
Porque te entendí. Comprendí tus ojos nublados, tu sonrisa forjada, la forma en que tu cuerpo se mueve cuando estás emocionado y la forma en que se mueve cuando estás relajado. Reconocí la calma antes de la tormenta, entendí tu necesidad de espacio. Te entendí y no necesité ninguna explicación.
Porque yo era tu dulce escape Yo era tu dulce distracción de tu mundo oscuro. Yo era el dulce mensaje de texto en medio de un día ajetreado. Era la llamada matutina relajante antes de una gran presentación, era la noche fría, me relajaba en la cama y no hacía nada, era la sonrisa que necesitabas para usar el sentido común.
Porque te he perdonado. Te perdono tu negligencia, tu egoísmo, tu aislamiento, tus duras palabras y los momentos en que no me entendiste. Te perdono las cosas por las que no te arrepentiste y te perdono todas las cosas que pudiste haber hecho pero elegiste no hacerlas. Realmente te he perdonado.
Porque te acepté. Por la persona que realmente eras, por la persona que se escondía detrás de una máscara que todos parecían estar comprando. Acepté tu oscuridad, tus errores, tus debilidades y tus inseguridades. Te acepté con todo mi corazón; incluso si fueras inaceptable, te acepté.
Porque seguí adelante. Ya no te pertenezco, ya no puedes contactarme, ya no puedes llamarme en medio de la noche, ya no puedes llevarme a cenar. Ya no puede hablar conmigo cuando tiene un problema y ya no puede confiar en mí para solucionarlo. Me extrañas porque sabes que encontraré a alguien mejor.
Porque ya no es la misma mujer. Ella no comprende tus sutiles indirectas o tu secreto. Ella no comprende tu sentido del humor ni tu sarcasmo. Ella no te presiona para que hables de lo que realmente te molesta y no sabe cómo consolarte. Ella no sabe cómo hacerte sonreír y no sabe cómo amarte.
Me extrañas porque finalmente te diste cuenta de lo mucho que te amaba y eso te entristece porque tal vez nadie te amará como yo.