Cuando tienes que despedirte de la persona que amas

Sabías que iba a ser difícil, pero no sabías que iba a ser tan difícil.

Ahora que está justo frente a ti, por última vez, sientes una especie de tristeza que nunca antes habías experimentado. Te sientes vacío y débil, como si no pudieras confiar en ti mismo para mantenerte en pie.

No puedes soportar la idea de que después de este momento se convierta en un extraño, otro transeúnte, solo un recuerdo.

Sientes un vacío que sabes que permanecerá en ti por mucho tiempo después de esta despedida.

Mientras estás parado allí con él, todos los recuerdos estallan en ti y quedan atrapados en tu pecho. Todo el amor que has compartido envía corrientes eléctricas a través de tu piel. Solo quieres aferrarte a ese momento para siempre.

Quieres detener el tiempo mientras él sigue siendo él y tú sigues siendo tú. Deseas que el mundo se quede quieto mientras aún estás conectado, mientras aún compartes un mundo, aún creando magia juntos.

Más que nada, deseas poder fingir que todo está bien. Desearía poder alcanzar su mano y asegurarle que no pasa nada.

Que puedes pasar por aquí como siempre. Desearía poder ocultarle la verdad ineludible: que todo lo que pensaba que sabía se derrumba.

Pero solo puedes engañarte a ti mismo por un momento. Las lágrimas que corren por tus mejillas son amargos recordatorios de que esto realmente está sucediendo. El rímel corre por tu cara en finas tiras y tienes que luchar solo para recuperar el aliento.

Pareces incapaz de calmarte, por muy tranquilo que parezca, porque sabes con absoluta certeza que será una pérdida inconmensurable.

A pesar de las lágrimas, no quieres ir. No querrás quitar la mano de su brazo. No quieres dejarlo ir. Pero sabes que en algún momento de esta noche tienes que irte. En el fondo sabes que quedarte no lo hará mejor.

Entonces tomas una instantánea mental de su rostro. Intentas grabar su voz en tu cerebro para no olvidarlo nunca. Lo abrazas con más fuerza que nunca antes, con la esperanza de recordar lo que se siente estar sostenido por sus brazos seguros.

Sientes el calor de su cuerpo y desearías poder permanecer en este abrazo para siempre. Lo miras a los ojos y rezas para que nunca olvide este hermoso universo que ambos crearon.

Se necesita toda su valentía para retirarse, lejos de su cuerpo cálido, lejos de su forma familiar. Y mientras lo sueltas, estás tratando de encontrar algunas palabras significativas, cualquier cosa que pueda resumir el sentimiento de tu corazón roto.

Pero no puedes pensar en palabras que se acerquen a describir lo especial que era para ti. No se puede expresar con palabras lo doloroso que será perderlo.

En cambio, lo miras por última vez, te cepillas el cabello de la cara llena de lágrimas y luego te das la vuelta en silencio.

Te sientas en tu coche y te preguntas si hay algo que podrías haber hecho de otra manera. Si hubieras dicho las palabras correctas, podría haberse quedado.

Si lo hubieras amado de manera un poco diferente, aún podría ser tu persona. Si hubieras sido mejor, esto tal vez podría haber sido tu única historia de amor verdadera.

Pero sabes que las palabras no habrían cambiado. Sabes que no podrías haber hecho nada. Sabes que probablemente fue el destino desde el principio.

Bajo el dolor paralizante, te recuerdas a ti mismo que todavía hay una infinidad de historias de amor en este universo. Te recuerdas a ti mismo que no se sentirá así para siempre.

Te recuerdas a ti mismo que este dolor no significa que este final haya sido un error. Y te das cuenta de que por razones aún desconocidas para ti, las estrellas simplemente no cumplieron por este amor.

Las constelaciones no estaban a tu favor. Este amor nunca fue para tu final feliz.

Miras a través del parabrisas hacia el cielo nocturno y ves la brillante luna llena brillar sobre ti. Ves que el cielo sigue siendo impresionante incluso en tu tristeza.

Y de alguna manera eso te asegura que estarás bien. Saber que todavía hay belleza y ver la luz de la luna brillar en tu cuerpo te da una sensación de seguridad.

E incluso si ese amor se acabó, fue un privilegio para ti amarlo. Todavía era un regalo compartir un pequeño rincón del mundo con él. Y no importa lo que venga después: te das cuenta de que siempre estarás agradecido por este amor y por la calidez que te ha brindado.

Siempre estarás agradecido por esta pequeña eternidad.

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